sábado, 22 de febrero de 2014

El Juego Que Todos Jugamos



El juego que todos jugamos
La dicotomía de los sexos

Los sistemas simbólicos son usados como instrumento de ordenamiento de conducta colectiva, recreados por prácticas sociales que generan convenciones. Las convenciones que se establecen en cada sociedad en relación a la construcción del género, al ser descubiertas, nos hacen cuestionar porque conocemos de esa manera la realidad, en específico: ¿Por qué se construye la idea de hombre y mujer?

“La configuración de la identidad personal es un fenómeno muy complejo en el que intervienen muy diversos factores, desde predisposiciones individuales hasta la adquisición de diversas capacidades suscitadas en el proceso de socialización y educación, pero sin duda un factor clave en la constitución de la subjetividad es la determinación de género, eje fundamental sobre el que se organiza la identidad del sujeto” (Rodríguez, 2006)

La posible respuesta a la pregunta planteada se puede encontrar en un análisis cultural.
Existen argumentos que parten de la Doxa, el discurso social como en el de las iglesias, las escuelas, las universidades, entre otros (González, 2007); por ejemplo, la afirmación de que Dios creo únicamente hombre y mujer otorgándole a cada uno características específicas, por lo general esta afirmación, proveniente de la religión (filtro por el que algunos conocen e interactúan con la realidad), no se cuestiona, se da por verdadera inconscientemente, “siempre ha sido así y así será”.
Otros parten desde un argumento biológico: es por naturaleza que todo ser vivo o es hembra o es macho por poseer un órgano en específico (miembro genital) que le otorga esa facultad física; ante eso habría también mencionar que en la biología se ha demostrado que ciertas especies nacen con dos órganos o que muestran conductas que nosotros consideraríamos anormales en relación al apareamiento con especies de su mismo sexo, en fin.

Otro argumento (que se desarrollará más por contener argumentos biológicos y psicológicos) es el de la etología y es que encontramos maneras específicas de actuar de cada sexo que, según Desmond Morris, podría revelarnos desde tiempos prehistóricos porque lo que conocemos como mujer y lo que conocemos como hombre se fue codificando a su accionar y percibir del mundo actual.
En el mundo “salvaje” también existe esta diferenciación por cuestiones biológicas ¿pasará lo mismo con nosotros?  Si es así, en qué momento se empezó a codificar y a reforzar esta dicotomía, ¿qué ha sido de la mujer sumisa y timorata en cuestiones sexuales?, ¿qué ha sido del varón dominante y cazador sin escrúpulos?, ¿qué causas han determinado los nuevos comportamientos sexuales y cuáles son sus claves? Desde el punto de vista de Desmond Morris, la convivencia de los dos sexos en este mundo confuso y revuelto puede verse como la historia de la lucha humana por alcanzar un nuevo esquema de equilibrio e igualdad entre el hombre y la mujer.

Morris argumenta que las acciones simbólicas de los autores de cada sociedad tienen un trasfondo común, aunque sean diferentes las formas objetivadas de dicha cultura, el trasfondo universal e histórico tiene que ver con la selección natural para la supervivencia o reproducción. El macho o hembra poseen un juego de señales de género biológicas y es en la cultura, donde se encuentren insertos, donde estas señales puedan ser suprimidas o por el contrario resaltadas e incluso modificadas” (Morris, 1997), ya que una sociedad determinada posee un repertorio de códigos que tienen la intención de comunicar algo al otro , sin embargo, el análisis también se puede abordar desde los procesos de significación y comunicación de la cultura ya que los actores que realizan estas formas simbólicas se interconocen socialmente.
Ese es el argumento que explica la existencia de la dicotomía desde la etología estudiada por el zoólogo y etólogo Desmond Morris pero el sociólogo Bourdieu nos dice algo diferente:
No es que las necesidades de la reproducción biológica determinen la organización simbólica de la división sexual del trabajo y, progresivamente, de todo orden natural y social, más bien es una construcción social arbitraria de lo biológico, y en especial del cuerpo, masculino y femenino, de sus costumbres y de sus funciones, en particular de la reproducción biológica, que proporciona un fundamento aparentemente natural a la visión androcéntrica de la división de la actividad sexual y de la división sexual del trabajo y, a partir de ahí, de todo el cosmos(Bourdieu, 2000)

Esta dualidad construida por los actores sociales ha moldeado la manera en que el sujeto se relaciona con el objeto y como a través de esa percepción se generan otros conceptos, que sin esta dualidad de sexos no existirían (como la discriminación de sexos, los roles de trabajo, maternidad, entre otros que sólo son posibles cuando se construye la idea de los sexos).

Ya vimos algunos de los argumentos que dicen cómo se va construyendo (característica de la epistemología encantada: “una realidad que se sigue construyendo en medida que el sujeto se relaciona con el objeto”) (Christlieb, 1993) la idea de dualidad sexual y esta como se hace “cuerpo” (se vive) en el sujeto. Pero ¿Por qué se construye así y no de otra manera? un posible acercamiento a esta pregunta puede ser explicado desde la ideología marxista homologado a la concepción de cultura (no olvidemos que este problema epistemológico pude ser examinado desde un análisis cultural).

Desde la tradición marxista la cultura es vista de otra manera, pondré el ejemplo del vendaje de los pies de las mujeres chinas, una práctica cruel que consistía en vendar los pies de la mujer desde pequeñas para que cuando creciera su pie se quedará en su tamaño inicial otro ejemplo sería el de la lapidación, cuando una mujer comete una falta a su cónyuge esta debe ser apedreada por toda la comunidad. Cuando escuchamos prácticas diferentes a la de nuestra cultura nos sorprendemos, nos maravillamos y deseamos su preservación pero ¿qué pasa con las prácticas antes mencionadas? Más allá de ver que esa práctica se aborda desde otra concepción (la oriental y no la occidental) que justifica su acción también esa práctica corresponde a cuestiones de poder: el dominante (varón) y dominado (mujer). La construcción del género puede corresponder, desde la concepción marxista de la cultura, a cuestiones de poder, pues la cultura es un instrumento de intervención y un dispositivo de poder.

Y estas relaciones de dominado y dominante (que no siempre corresponden a que el varón es el dominante y la mujer la dominada, puede ser viceversa: el matriarcado, por ejemplo) son reforzadas inconscientemente por la sociedad, como menciono un compañera en el foro de: “es entonces cuando esos ideales se van aprehendiendo y así vamos formando a nuestra sociedad inconscientemente.” (ELIZABETH, 2014) U otra compañera que argumenta como estos procesos sociales se integran con el tiempo: “con este tema me surgió relacionar la teoría funcionalista de Durkheim donde de acuerdo al funcionalismo, los pensamientos, sentimientos son moldeados por el clima social y van siendo trasmitidos mediante generaciones” (LILI, 2014)

Esta diferenciación de géneros está arraigado en la cultura de la mayoría de los diferentes grupos sociales, se crean códigos de conductas dependiendo a que genero perteneces y estos modelos se adoptan inconscientemente, desde que deben vestir, cómo deben actuar, que se deben pensar, que pueden ejercer, como se ven a sí mismos, etcétera.

 El punto es que ésta dicotomía, en nuestra sociedad contemporánea, se refuerza con lo que JoengMee Yoon nos dice en su investigación: los colores (rosa y azul).

Nos dice el momento en que se originó esta idea y como se ha ido penetrando en las sociedades hasta el punto de construir ciertas “reglas” o “convenciones” en relación al uso de rosa o azul (juguetes, vestimenta, objetos, etcétera).

La construcción de los sexos en reforzado por una serie de códigos sociales que se construyen en una sociedad determinada y estas construcciones en relación a formas simbólicas adquieren características de "convencionalidad" , esto quiere decir que cierto objeto u acción con significado "deben" de ir acorde al contexto en el que se desarrollan.  Los colores, por ejemplo, refuerzan la dicotomía de los sexos: rosa para mujeres y azul para los hombres en nuestras sociedades contemporáneas.

 Los modelos y representaciones de masculinidad y feminidad difundidos por las formas culturales hegemónicas de cada sociedad según las épocas como el sistema educativo, discursos institucionales,  prácticas de la vida cotidiana, el cine, los medios de comunicación, los discursos literarios, históricos, etcétera, es decir,  todas aquellas disciplinas o prácticas que utilizan en cada momento la praxis y la cultura  dominante para nombrar, definir, plasmar o representar la feminidad (o la masculinidad), pero que al tiempo que la nombran, definen, plasman o representan también la crean, así que “la construcción del género es el producto y el proceso tanto de la representación como de la autorrepresentación”.(Lauretis,2000)


Esta idea de que cierto color se relaciona con el género proviene del sentido común .El sentido común genera conocimiento o explicamos la realidad mediante experiencias sensoriales, que el sentido común es un filtro del cual vemos la realidad y cuando se pone en práctica el conocimiento generado significa que nos estamos moviendo mediante los parámetros o convenciones de los códigos sociales planteados por el sentido común (lo convencional, lo esperado) todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados . El sentido común posee las características, según Geertz, de ser natural, practico, transparente, a-sistemático y accesible. Esto quiere decir que echamos mano de este conocimiento al ser accesible, existe una "obviedad" en la sociedad el pensar que solo existen dos sexos que así fue y que así siempre será.

La gente sigue estas convenciones, no porque “seamos borregos y lo seguimos por moda” y deberíamos emanciparnos a la represión de las masas como lo argumenta un compañero el foro (GABRIEL, 2014), es más bien por que el sujeto las practica en función de cohesión con la sociedad, como contra argumenta el profesor al compañero:

 “Quizá sería más útil intentar comprender por qué los seres humanos actuamos en conformidad con ciertas normas (que según los científicos sociales, dan cohesión a una sociedad), pero también por qué es factible, necesario y deseable que eventualmente existan ovejas negras. La psicología social también ha mostrado hace tiempo que más que tratarse de una cuestión de voluntad individual, las situaciones tienen el poder de hacer que los individuos se comporten según determinadas circunstancias, que tienen que ver con ser pertinente a la situación, o sea, no desentonar, para no quedar marginado.” (EDUARDO, 2014)

Con estas esquemas que estructuran se encuentran funciones orientadoras, justificadoras, cognitivas e identificadora con la sociedad, como menciona una compañera: “nuestro contexto y las creencias mismas de cada cultura son las que determinan lo que asociemos a cada género” (REYES, 2014). Refiriéndonos a las representaciones sociales, una manera de explicar desde la sociología como los sujetos adoptan inconscientemente “esquemas estructurados estructurantes de una sociedad”.  (Bourdieu, 2007)

Para concluir quisiera mencionar que esta forma simbólica (acción u objeto con significado) al practicarse en una sociedad de una determinada cultura posee la característica de dinamismo. En el caso de la asociación de colores por género JoengMee Yoon decía que inicialmente se utilizaba el rosa para niños y el azul para niñas, el rosa se consideraba un color más varonil y el azul celeste más femenino. Lo que sucede aquí es que el significado de cada uno se desplazó, es decir, que “se atribuye un nuevo significado a los antiguos significantes (cambio por reinterpretación o resemantización)” (Montiel, 2005).

Estamos en una sociedad que sufre cambios constantes por desplazamientos o apropiaciones de símbolos o significantes, ya sea por hibridación, por reinterpretación, por adicción, entre otros. Entonces, ¿cómo concebiremos en un futuro los géneros?, ¿seguirá siendo reforzada por los colores, en específico el azul y rosa? y sobre todo, si se experimenta un cambio en la asociación de colores ¿Habría cambio de ideas en relación a los sexos?

Ante ese dinamismo de la cultura nosotros también “nos movemos”, pues al estar insertos en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados, somos parte del “juego”.












Bibliografía
Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina.
España: Anagrama.
Bourdieu, P. (2007). El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo XXI.
Christlieb, P. F. (1993). Archipiélago: Cuadernos de crítica de la cultura. España.
EDUARDO, R. M. (17 de febrero de 2014). Foro sobre
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Montiel, G. G. (2005). Teoría y análisis de la cultura. México: CONACULTA.
Morris, D. (Dirección). (1997). Cuestión de sexos :
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REYES, D. D. (16 de febrero de 2014). Daniela Dagio
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. Obtenido de
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Rodríguez, P. M. (2006). Educación Social e Igualdad de Género. Málaga: Ayuntamiento de
Málaga.

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